Reunión en Logroño (crónica)

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10 octubre, 2017 por Redacción

Publicamos la crónica que nos envía Lucas Remírez Eguía sobre el encuentro de pínfanos celebrado recientemente en Logroño.

Ya pasó. Un día más para el grato recuerdo. Nos reunimos en Logroño, siguiendo la tradición, un grupo de pínfanos y pínfanas para pasar unas jornadas de convivencia pinfanil.

En realidad la cita era para el día comer juntos el día 7 aunque la mayoría optaron por viajar el día anterior y marcharse el siguiente. En resumidas cuentas, que el día 6 por la tarde ya estábamos recorriendo las calles Laurel y San Juan, templos del tapeo logroñés, haciendo tiempo para la cena. Engullimos unos cuantos pinchos y trasegamos otros tantos variados vinos.

Después, a cenar a una tasca amiga de los nativos del lugar. Los menús de lo más variados olvidándonos un tanto del colesterol, las glucosas y otros diversos males que acechan al ser humano. Los platos iban llegando y volvían vacíos: desde huevos rotos en sus diversas variedades hasta patitas de cordero lechal con tomate, pasando por bacalao a la riojana, y callos, amén de vino, mucho vino de la tierra.

Total, que entre charlas interminables, bromas, fotos, orujos, poleos y otras bebidas digestivas, dimos por terminada la jornada allá sobre la una del día siguiente y unos en taxi y otros a pie, para bajar la ingesta, nos dirigimos a nuestros lugares de descanso.

El día 7 amaneció un tanto fresco pero con mucho sol lo que hizo que a lo largo de la jornada fuera subiendo la temperatura hasta acabar en un día caluroso. Por la mañana estaba prevista una visita turística a lugares emblemáticos de la historia de Logroño.

La mayoría optamos por ella aunque hubo algunos que se inclinaron por emplear ese tiempo en hacer compras, sobre todo gastronómicas, de productos típicos riojanos.

La visita fue muy interesante e incluso sirvió para que algunos oriundos de esa tierra, nos enterásemos de cosas desconocidas u olvidadas de la historia de nuestra ciudad.

Terminada la visita y reunión de todos, pinchoteo y vinate para hacer boca previa a la comida. Comimos en una sociedad gastronómica y, entre otros platos, tuvimos la oportunidad de comer las típicas pochas riojanas, esta vez con almejas. No faltó el rioja, que aunque lo sacaron en botellas magnum, las tuvieron que reponer con bastante frecuencia.

Después de la comida y la sobremesa que terminó a las cinco de la tarde, tiempo de relax, que unos aprovecharon para echar una siesta y otros para hacer turismo en la ciudad. Por la noche, nueva reunión, charlas en una terraza y último recorrido por la Laurel y San Juan, hincándole el diente a cualquiera de las múltiples variedades de tapas y pinchos.

Y llegaron las despedidas, y los deseos de volvernos a juntar pronto (el año que viene será en Madrid), y el recuerdo de los que no han podido venir por diferentes motivos.

Así que: Hasta siempre

P.D. Pienso que esta tradición no debe desaparecer sino todo lo contrario, debería potenciarse y hacer todos un esfuerzo por asistir.